La chica del tren
HacÃa tiempo que un thriller  no generaba tanta expectación a priori como La chica del tren. En una época en las que las producciones de este género se suceden sin solución de continuidad y con más pena que gloria, el cineasta Tate Taylor, recordado por la buena pelÃcula Criadas y señoras, adapta la novela negra de homónimo tÃtulo de Paula Hawkins, que ha vendido 11 millones de ejemplares en todo el mundo. Este largometraje está influenciado por los textos de Patricia Highsmith y, claramente, marcado por la intriga tan caracterÃstica de falso culpable de Alfred Hitchcock  y su célebre La ventana indiscreta, aunque, en este caso, el  protagonista no es James Stewart, sino  la actriz Emily Blunt. A esta mujer le acompañan intérpretes más o menos consolidados como Justin Theroux, Luke Evans, Édgar RamÃrez, Rebecca Ferguson y Haley Bennett que son los nombres que más suenan.
El argumento gira en torno a Rachel, una mujer que ha pasado por un traumático divorcio, cayendo en la garras del alcohol. Al viajar todos los dÃas en tren fantasea mientras observa a una pareja aparentemente feliz que vive en frente de una de las paradas. No obstante,  no es oro, todo lo que reluce, pues desde la ventana del citado medio de transporte es testigo de un crimen.
La pelÃcula presenta una cadencia a modo de sierra con altibajos, unos más interesantes y otros que transcurren a cámara lenta, lo que queda claro es que no llega al nivel de su mejor trabajo, tal vez lastrado por una historia muy oscura que, en algunos aspectos, recuerda a Perdida, por el morbo y la maldad de algunos personajes. Está todo muy retorcido. La cinta no alcanza ni por asomo al Maestro del suspense. El final es demasiado enrevesado, gore adolescente e inverosÃmil, cargándose el relativamente conseguido esfuerzo por intrigar.
La pelÃcula se encarga demostrar los estragos que el alcohol puede llegar hacer en las personas y la importancia de conocer todos los puntos de vista. La astucia y  la veteranÃa de la policÃa es un grado para poder cumplir con el deber de sacar la verdad a la luz para que los jueces puedan hacer justicia. El delincuente de esta cinta es un ejemplo de lo que hay que hacer para hacer infelices a los que te rodean por su falta de virtud y su capacidad de manipulación de la realidad para salirse con la suya (publicado en Pantalla 90).